5/9/13

Un paseo por la decadencia de Telde.

Un día decidí dedicarme a dar caminando la vuelta a la ciudad -perdón, "pueblo grande"- de Telde a diario, por aquello de mantenerse uno en forma. Qué mejor que usar la circunvalación, puesto que es la vía que precisamente tiene ese propósito: rodear todo el lugar para facilitar el acceso a zonas a las que antes sólo se podía llegar a través de sus calles, y por lo tanto aligerando el tráfico.

Lamentablemente, el espectáculo ante el que uno se encuentra cuando hace este recorrido es muy triste. Si así lo desean, acompáñenme y véanlo ustedes mismos.

Me dispongo a iniciar el camino desde la rotonda de Daora, que es lo primero que se encuentra cualquier conductor al llegar a la ciudad por la Autovía del Cabildo. Voy, pues, en dirección a la comisaría de policía, y de ahí a la Estación de Guaguas, un lugar semiabandonado donde hace ya años que no se ejerce la función a la que fue destinada la construcción. Existe allí como única actividad una cafetería, y lo único que tiene relación con el transporte de viajeros en guagua es que hay una parada de la empresa Global. El resto del edificio principal está en desuso y cerrado, poco a poco degradándose, sin mantenimiento alguno. En la parte que deberían ocupar las guaguas, hay toda una suerte de vehículos, unos de la Policía Local, otros de Protección Civil, además de ambulancias, guaguas y más automóviles cuyo dueño ignoro. Camino un poco más y en la calle que rodea el lugar por el este, una fila de ambulancias aparcadas espera a que alguien las ponga en uso.

Sigo pues la marcha, con la intención de llegar a la circunvalación, para lo cual camino por el arcén de la vía de acceso desde esa zona. En este lugar hay unas instalaciones para practicar el automovilismo por radiocontrol, con una pista adecuada para ello, y el entrenamiento o ejercicio de perros, con un terreno al lado del anterior habilitado para ese fin.

Veo que en los bordes de esas instalaciones hay numerosos desperdicios, tales como latas o envases de bebidas, bolsas, papeles y basura por el estilo. A medida que sigo caminando por una cuesta, esa visión me acompaña durante la travesía. Llego ya a la circunvalación en sí, a la conocida "rotonda de los pajaritos", sin dejar de ver basura. Decenas de colillas, cajas de cigarrillos, una caja de preservativos, restos de lo que parece ser ropa y zapatos, están ahí a cada paso.

Continúo ahora por el arcén de la circunvalación, en dirección al barrio de La Barranquera. Al pasar por el puente que pasa por encima de la carretera de Melenara, observo un charco al lado de una alcantarilla: un escape, parece ser, de aguas fecales. Un vertido, vamos. Yo creo que se trata de eso, pero espero que algún experto lo desmienta, en beneficio de todos y del medio ambiente.

Una vez cruzado el puente, comienzo a llegar poco a poco a la que iba a ser zona principal de expansión de Telde. Antes de ella hay unos solares que sirven de escombreras, y el colegio León y Castillo, cuya entrada no se libra de la basura, que sigo encontrando a mi paso. Algunos de estos desperdicios son curiosos, como por ejemplo el asiento de un sillón o un puñado de folletos y tarjetas de publicidad que alguien se cansó de repartir y tiró allí.

Sin abandonar la vía, llego al inicio de Arauz, donde se pretendía contruir una gran cantidad de viviendas. Aquí está a medio construir una gran rotonda con la que se pretendía conectar esta zona a la circunvalación. El "paisaje" cambia aquí. Hay algo menos de basura en los arcenes, pero se divisan una gran cantidad de grandes piedras, montañas de tierra, muros a medio caer, palmeras y otra vegetación que desconozco cómo sobrevive. Algunos carteles de venta de pisos y contenedores habilitados como oficinas, abandonados, completan la vista.


Llego al puente que pasa por encima de la carretera al barrio de El Caracol. Esta zona es una de las varias adecentadas con vegetación, muros y piedra volcánica, pero que lamentablemente no se salva de que tiren allí desperdicios. Botellas y botellas caen dentro de donde sólo deberían haber plantas y rocas. Ya desde aquí se puede divisar un "mamotreto". Un edificio a medio acabar, que por lo menos pudieron pintar al menos parcialmente, pero que ha sido ya "firmado" por algunas personas a las que le gusta dejar su pintada en todos lados. Se repite otra vez la vista de parcelas llenas de piedras, escombros y montañas de tierra. Aquí sin embargo es más fácil observar una división del terreno mediante calles y aceras. De nada sirve porque esas vías están también muy deterioradas y para nada contribuyen a mejorar el paisaje.

Otro largo trecho y llego ya a la rotonda de La Barranquera. Un lugar transitado por conductores y peatones, y en el que se aprecia un poco más de cuidado en la zona. Entro en zona urbana y aquí las cosas son algo diferentes. Si bien es fácil encontrar algún desperdicio o signo de abandono, éste se encuentra muy localizado. Aceras y asfalto están más cuidados. Continúo por la Avenida el Movimiento Ciudadano, donde en el margen contrario al parque de San Gregorio el abandono es evidente. Pero esto será lo último que veré en este tramo. Mientras camino por calles, la limpieza hace acto de presencia, y el paso de vehículos y personas dan una imagen de dinamismo y vida.

He finalizado, si se puede ver así, una cuarta parte de la vuelta. Sigo desde aquí hacia la rotonda de El Roque o "de Pinocho", por la vía que bordea el barranco que separa las afueras del barrio de San Gregorio y El Cascajo de el de San José de Las Longueras. Lo primero que me encuentro es un solar que sirve de escombrera, y tras él, un estanque vacío de altura considerable y mal vallado, en el que en una de las esquinas es muy, muy fácil que alguien despistado o atrevido caiga dentro. Unos compañeros de viaje, los desperdicios, vuelven a aparecer. Estoy de nuevo en las afueras, y esto parece ser la señal de ello. Por lo que veo, por aquí también habían proyectos de edificación que quedaron a mitad, y la vista de un solar lleno de piedras, montañas de tierra y muros, junto con una oficina de ventas cerrada, me lo confirma, si he de fiarme de lo que vi en el trayecto anterior.

Continúo, rodeando este gran solar, y pasando al lado de un gran aparcamiento y unos edificios, llego a una estación de servicio. Esta parte del camino está otra vez más cuidada. Cruzo por un paso de peatones, para pasar por el puente que pasa por encima del barranco. Desde la valla veo desperdicios en un solar contiguo al barranco. Sigo caminando hacia la rotonda que conecta con la circunvalación, y en el camino, bajo las palmeras que bordean la carretera, vuelven a aparecer restos y desperdicios. Llego a la rotonda y en un rincón, una zona bastante descuidada llama la atención, por la presencia de piedras, hojas secas y basura.
Se podría decir que estoy en el ecuador del recorrido, pues me encuentro en el lado opuesto, se diría que en línea recta, a la rotonda de "los pajaritos". Me dirijo ahora a la rotonda de Tara. Esta parte del camino vuelve a estar cuidada. Los arcenes están libres de basura y restos. Es curioso que, después de lo que vi metros atrás, esta zona esté tan cuidada.

Paso por delante de la puerta del edificio de "La Máquina de Azúcar", y comienzo a bajar hacia la rotonda de Tara. En los lados o lomas que se han formado en esta parte vuelven a aparecer restos y desperdicios. Garrafas vacías, botellas, latas, bolsas y más cosas, como un neumático y otras sorpresas, adelanto desde ya que no me abandonarán el resto del camino.


Rodeo la rotonda y sigo con dirección al puente que, a lo lejos, cruza el Barranco Real, no sin antes ver una escombrera en una loma de acceso al barrio de San Francisco. A partir de aquí, caminando, me encuentro con una excesiva cantidad de desperdicios. No pretendo decir que hasta ahora haya sido poco lo que he visto, pero esto que veo hace que me pregunte qué tipo de gente vive en este "pueblo grande". Botellas, latas, bolsas de papas fritas, bollería, bebidas energéticas, cajas y cajas de cigarros, pañuelos de papel... no dejaré de verlos en todo este tramo, de unos setecientos metros. Es realmente triste. Por encontrar, veo un "palet", restos de un techo de fibra, y hasta un bote de antidepresivos.

Llego hasta la entrada al barrio de San Francisco que se encuentra cerca del puente, y en un pequeño barranquillo, más basura. En la entrada a la finca de "El Bailadero", más basura. Y en el gran terreno al norte del centro de salud, más conocido como "ambulatorio de San Juan", más basura.


Me dirijo ahora a la estación de servicio que se encuentra en la zona, para ver otro de los "mamotretos" de la ciudad: el edificio que todavía no se sabe bien que función tiene, terminado en su estructura y acabados, pero cuyos alrededores acumulan escombros y basura. Camino un poco junto al mismo, y cruzo para llegar al arcén del sentido contrario, tras lo cual giro a la izquierda para seguir hacia la rotonda de "los pajaritos".


Como adelanté antes, la basura y desperdicios no me abandorán hasta finalizar el recorrido. En esta parte de San Juan, unos edificios de los últimos que se terminaron cuentan con aparcamientos, donde a la vista de la cantidad de botellas de bebidas alcohólicas, vasos de plástico y otros desperdicios, se deduce que acude gente con regularidad a beber, lo que se conoce como "botellón". Allí queda todo cuando se van.


Camino hacia el puente que pasa por encima de la carretera que va a La Pardilla. Todo este tramo está dominado por la visión de basura y más basura. ¿Acaba aquí? Pues no. Esta zona está también adecentada con muros, piedra volcánica y vegetación, que... aloja otra vez cantidad de restos y desperdicios que no pueden haber llegado allí de otra manera que arrojados por alguien.


Cruzo el puente y llego a los alrededores de la una de las entradas al Parque Urbano de San Juan. Rodeando el parque, en todo el borde con la circunvalación, hay un seto de arbustos que también tiene bajo el mismo cantidad de basura. Es triste pensar que llega un momento en el que lo que sorprende es ver algo limpio. Pero es así. Ya no me llama la atención lo que veo, porque es lo que se me ha presentado durante la gran mayoría del recorrido.

Continúo en dirección a la rotonda de "los pajaritos", tras haber bordeado el Parque Urbano, y llego a la parte de atrás del auditorio de San Juan. A estas alturas del camino, ya he recorrido unos cinco kilómetros y medio, y pienso en cuántas personas y camiones harán falta para recoger toda esa basura que ha quedado atrás..

Giro a la derecha y bajo por la vía de acceso desde la circunvalación a la Autovía del Cabildo, no sin antes divisar, bordeando el parque urbano y debajo de unas flores blancas, más basura y porquerías... Y camino un poco más, y llego al pequeño puente que hay en la parte opuesta a la Estación de Guaguas, y debajo del puente, ¿hay...? más desperdicios. Continúo, paso al lado de las palmeras, del estanque, sin dejar de ver restos y basura.


Aquí acaba el recorrido, guardo la cámara y descanso un poco. A lo largo del recorrido he visto basura y más basura. Zonas abandonadas, dejadas a la suerte del transcurso del tiempo, del clima y de los elementos naturales. En general, ha sido un paseo por la decadencia de la ciudad. Es lo que se ve a pie. No he tenido que buscar ni meter las narices en sitio alguno. Está todo ahí..

Ahora podría empezar a buscar culpables, responsables, de lo que se ha hecho, se ha dejado de hacer, se hace, no se hace, se ignora... pero ¿de qué valdría? No creo que se pueda señalar a uno, a dos o a diez. Realmente, la responsabilidad es de todos. Verdaderamente, vergüenza debería darnos.

Tomo un poco de aire y camino por la Avenida del Cabildo, tras haber pasado la rotonda de Daora, y bordeado el Parque Arnao. Esta zona urbana vuelve a estar cuidada, pero no se puede bajar la guardia. Valga el ejemplo de la última imagen, tomada en el aparcamiento de tierra que está en pleno Barrio de Arnao, al lado de las paradas de transporte público y taxi.


Y una vez allí, una última mirada para ver un símbolo. Un monumento definido de muchas maneras, e interpretado de muchas más. El inacabado Palacio de La Cultura es, para mi, la verdadera expresión de la decadencia de Telde, de lo que pudo ser y no fue, de lo que Telde no es. Ni gran ciudad, ni si quiera ciudad. "Pueblo Grande", con mucho que aprender y mucho que corregir. Y a las pruebas me remito.

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